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¿Qué son los derivados financieros y para qué sirven?

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Artículo escrito por: Julia Morales

Puntos clave:

Los derivados financieros son productos de inversión cuyo valor depende de otro activo, conocido como activo subyacente.

A diferencia de las inversiones al contado, como comprar directamente acciones de una empresa, con estos instrumentos no adquieres físicamente el activo. Ahora bien, te permiten desarrollar estrategias más complejas y, a menudo, más arriesgadas. Hay diferentes tipos de derivados según su función y su complejidad. Si quieres descubrirlos, puedes seguir leyendo.

¿Qué son los derivados financieros?

Un derivado financiero es un contrato que cotiza en un mercado (un título valor). Sin embargo, su valor depende (o deriva) de otro activo subyacente, de ahí proviene precisamente su denominación.

Para que lo entiendas mejor, al contratar un derivado financiero puedes estar comprando (o no), el activo subyacente sobre el que invierte (acciones de Amazon, por ejemplo). En cualquier caso, el precio del derivado (por ejemplo un contrato de futuros sobre las acciones de Amazon), se moverá en la misma medida que lo haga el activo subyacente (los títulos reales de Amazon).

Buena parte de los derivados financieros aprovechan el efecto apalancamiento, ya que permiten invertir en el activo subyacente sin tener que desembolsar su precio total, sino un porcentaje del mismo en concepto de garantía. Esto es lo ocurre con los contratos por diferencias (CFDs) y también con los futuros y opciones financieras, por poner dos ejemplos.

Este apalancamiento multiplica las potenciales ganancias al invertir o especular, pero también los riesgos y la posibilidad de pérdidas.

Características de los derivados financieros

Existen una gran cantidad de derivados financieros según su objetivo, como veremos más adelante. Cada producto tiene sus propias características, pero hay algunas propiedades que se repiten en la mayoría de ellos. Son las siguientes:

  • Invierten en un activo subyacente: un derivado es un producto (un contrato), no un activo en sí mismo. El valor real recae sobre el activo subyacente. El derivado puede incluir la compra del activo, pero no siempre es así. El subyacente puede ser cualquier tipo de activo financiero (acciones, divisas, criptomonedas, materias primas, índices, etc.). Como se ha dicho anteriormente, su precio depende del valor del activo subyacente en el que invierten.
  • Se negocian en mercados organizados y también en mercados u OTC (Over The Counter o no organizados): depende del tipo de derivado financiero que se trate. Por ejemplo, los futuros sí se negocian en mercados organizados normalmente. Mientras tanto, existen otros derivados, como los CFDs, que cotizan en un mercado organizado (con su reglamento y su cámara de compensación).
  • Son más volátiles que los productos al contado: en buena medida por el uso que hacen del apalancamiento y porque son productos ideales para realizar prácticas especulativas.
  • Utilizan contratos simétricos o asimétricos, según el tipo de derivado: Esto quiere decir que pueden establecer la misma obligación para las dos partes o, como ocurre con las opciones, una parte asume la obligación de comprar o vender y la otra el derecho a hacerlo (pero no la obligación). En otras palabras, una de las partes tendrá que hacer lo que la segunda disponga llegado el momento de finalización del contrato.
  • Se liquidan en un plazo: Todos los contratos de derivados funcionan en un marco temporal, de forma que pueden liquidarse en efectivo o recibiendo el activo subyacente.

¿Para qué se usan los derivados financieros?

Los derivados financieros tienen muchos usos, aunque se pueden resumir en tres principales:

  • Cubrir inversiones: en realidad, es para lo que surgieron derivados (sobre todo los futuros y las opciones financieras). El ejemplo clásico es el de una empresa que quiere asegurarse que compra una parte de las materias primas que necesitará a un precio determinado o, en su defecto, un agricultor que quiere asegurarse que venderá parte de su cosecha a un precio cerrado, pase lo que pase con la evolución del precio de ella en el mercado.
  • Especular e invertir con apalancamiento: se trata de otro de los usos más extendidos de los derivados financieros. A decir verdad, por cada inversor que quiera cubrir el riesgo, debe existir un trader o especulador que lo asuma. Además, con los derivados es posible invertir sin tener que desembolsar el coste total del activo financiero en que se quiere especular.
  • Operaciones de arbitraje financiero: los arbitrajistas tienen su función en el mercado; puesto que equilibran el precio de los derivados con los de sus activos subyacentes. Se trata de obtener ventajas de las diferencias de precio de ambos tipos de mercados.

Al final, los derivados financieros se han hecho un hueco en la operativa diaria de empresas e inversores y tienen mucho más peso de lo que se podría pensar.

Tipos de derivados financieros

El mercado está lleno de derivados financieros. Los hay más o menos complejos y más o menos populares. No obstante, los más comunes son los siguientes.

Contratos por diferencias o CFDs

Los CFDs (Contracts For Differences) son una alternativa para invertir a corto plazo (realizar operaciones de trading). Este tipo de derivado permite cerrar un contrato de compra o venta del activo. Pasado un tiempo, se cierra el contrato y las diferencias de precio existentes entre el momento de la apertura y cierre de la operación se liquidan.

Como puedes ver, entre sus ventajas se encuentra que te permiten invertir en largo o en corto (apostar por la caída de precio del activo) con una gran facilidad.

Con un CFD inviertes solo una parte del valor del activo subyacente. Es decir, sólo dejas bloqueados un porcentaje del valor para cubrir posibles pérdidas. Lo cual hace posible abrir operaciones por un valor superior al capital del que dispones (esto es precisamente operar con apalancamiento).

Futuros

Los futuros son quizás el derivado financiero más antiguo y también uno de los más fáciles de entender.

Con un futuro lo que haces es acordar el intercambio del activo subyacente en una fecha futura a un precio pactado hoy. De ahí precisamente su nombre, porque es un acuerdo “a futuro”.

Los futuros son muy habituales en la inversión en materias primas y divisas. Hay quienes los usan para invertir y también empresas que los usan para asegurarse parte del suministro de materiales a un precio cerrado.

Opciones

Las opciones son similares a los futuros, solo que en este caso lo que se pacta es la opción de comprar o vender, no la obligación.

Por ejemplo, una parte se reserva la opción de comprar 100 barriles de petróleo crudo a 100 dólares en una fecha concreta y la otra adquiere la obligación de venderlos a ese precio llegado el momento, si la otra parte ejerce su derecho y así lo exige.

El precio de esta opción es lo que se conoce como “prima” y es el coste del contrato independientemente de si después se ejecuta el derecho de la opción o no. Por supuesto, en caso de hacerlo habría que abonar el precio pactado por el activo (denominado strike).

Las opciones son un tipo de derivado financiero complejo, pero con grandes posibilidades de realizar sofisticadas estrategias de cobertura o trading.

Swaps

La variante más conocida de los swaps son los swaps de tipos de interés que incluían muchas hipotecas. Un swap no es más que una permuta financiera, es decir, un intercambio de flujos monetarios entre dos partes.

En otras palabras, suponen un acuerdo para intercambiar pagos en una fecha concreta según las reglas marcadas por el contrato. Se utilizan cuando dos partes tienen intereses contrapuestos, como ocurre con las hipotecas, donde al banco le interesa que suban los tipos de interés para ganar más dinero y al hipotecado, lo contrario.

Warrants

Otros de los tipos de derivados financieros más comunes son los warrants. También son contratos a plazo que otorgan la posibilidad de vender o comprar un activo en el futuro a un precio concreto (denominado strike).

Su funcionamiento es similar al de las opciones, solo que aquí el contrato se firma con una entidad financiera y no entre dos particulares. Además, los warrants se negocian en mercados OTC o no regulados.

Quien compra el warrant tiene el derecho, pero no la obligación, de comprar o vender el activo.

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